VISIÓN BIPOLAR DEL DEPARTAMENTO DEL ATLÁNTICO


El departamento del Atlántico ubicado estratégicamente en la región caribe colombiana, tiene una superficie de  3.319 kilómetros cuadrados, cuenta con una población de aproximadamente 2.373.550, convirtiéndolo en el departamento más poblado de toda la región.

En su geografía se cuentan 23  municipios  los cuales albergan el 22% de la población total, quienes derivan su sustento principalmente de las actividades ganadera, agrícola y pesquera.

El Atlántico, viene siendo protagonista de las crecientes súbitas del rio Magdalena y del Canal del Dique desde épocas que remontan el año 1916 las cuales se encuentran como eventos repetitivos en 1955, 1985 y la ultima en el año 2010, cuando más de 60.000 hectáreas del cono sur e vieron sumergidas bajo el agua durante más de 3 años, viéndose afectada la dinámica productiva y comercial de los 1.400 predios ganaderos doble propósito de los cuales desaparecieron temporalmente 70.000  cabezas de ganado, los cuales migraron dentro del mismo departamento (a zonas más altas) y a departamentos vecinos como el Magdalena y Bolívar.

Desde ese entonces el foco de la emergencia,  de la reconstrucción y reactivación económica  se centró en los 6  municipios que componen  el cono sur del departamento, dejando en segundo plano a municipios que sin haber estado bajo el agua fueron igualmente afectados por la sobre carga animal la cual supero el 22%, sumado a los consiguientes años de irregularidad en los ciclos de lluvias, los cuales aún hoy se siguen imponiendo como una catastrófica tendencia para los más de 1.600 predios ubicados en la zona norte del Atlántico.

Sin embargo, no parece importar al gobierno nacional y a sus entidades del orden central y regional, así como al gobierno local, quienes simplemente apuestan por un desarrollo del cono sur, abandonando los principios de equidad, los cuales son base para cualquier democracia.

Poco se habla de la mortalidad del hato ganadero del norte del departamento el cual se ha visto disminuido año tras año en un rango del 1,5 al 2%, el cual obedece al desabastecimiento de alimento y agua; y ni habar de los precios irrisorios en los que ganaderos han tenido que vender sus ejemplares como una opción de salvamento, la poca inversión en vías,  y servicios básicos en los cascos urbanos donde paradójicamente aún se vive en el siglo pasado con acueductos ambulantes que son parte del paisaje sobre el lomo  de las bestias.

Sumado a la poca inversión en el tejido asociativo que permita lograr algo de solidez a la comercialización de la leche, la cual esta totalmente en manos de especuladores informales que sirven de intermediarios utilitarios, los cuales se enriquecen a costillas de los valientes ganaderos que aun persisten en preservar esta noble vocación no solo en contra de los problemas normales de cualquier ganadería en el país, sino además ante las malas condiciones climáticas y el olvido del gobierno, variables que ya están afectando la agroecología de la región ante la desaparición de los últimos reductos de bosque seco tropical en conjunto con su única biodiversidad en manos de  una población que encuentra en  la explotación carbonera de madera y caza indiscriminada con fines de consumo y comercialización.

Cuál sería el llamado a todas las instancias gubernamentales e institucionales que trabajan en el sector agropecuario para que rompan el estigma del cono sur y abran sus perspectivas a un departamento con potencialidades únicas en el país para  el desarrollo sostenible del sector rural?

Y no como respuesta febril ante la crítica situación que conlleva la falta de precipitaciones por más de 7 meses, sino que corresponda a un plan de estado que permita recobrar el vigor productivo de la ganadería y agricultura del norte del departamento.


 
 
Por: JAVIER F. RUIZ R.

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